Sobredosis de emociones.

Te imaginas que la felicidad está a la vuelta de la esquina y entonces giras, como el viejo caballito de un tío vivo en marcha o agujas desfilando en el reloj de tu cocina.
No se diluye, respira hondo y suave, sabe que si la vida es un segundo lo invertirá estando a tu lado. Helados fríos como el resto de está habitación, aquí sobran palabras y faltan hechos, tumbada bajo tu pecho y analizando las costuras de tu piel.
 Y tú, ya de pie solo me observas,
y yo, me hago la dormida.
¿Qué mejor manera de despertarse que a besos? :).

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